domingo, 28 de junio de 2009

Casita de gengibre

Dos meses, dos rummies, DOS mascotas!!

Se cumplieron dos meses de mi aventura en Santa Fé el pasado 20 de Junio.

Les he tomado bastante cariño a los 3 chicos y a la señora, además Álvara Francisca está cambiando de nombre, le pusieron Blanca (como a Guillén que el fin de semana pasado le donó una canasta para dormir...)


La nueva es una perrita que me robó el corazón ya que me hizo recordar al menos a DOS perritos:

La Dana: se la encontró mi hermanito una vez que fue a correr al Cerro de la Estrella; estaba tan chica que daba vueltas en una caja de zapatos. Le daba leche en una mamila de juguete y estuvo con nosotros como 8 o 10 años.
El negro: fue el último perrito de Julia, lo rescató de una veterinaria donde estaba enjaulado y casi echándose a perder... Ella se fue el 9 de abril y él la alcanzó el 1 de mayo.
Es casi toda negra, tiene unos ojos enormes, aún llora si la dejan mucho tiempo sola, aulla llamando a su mamá y no tiene ni la mitad de sus dientes.

Álvaro la encontró en la noche del jueves 18 y le armó una cajita para que durmiera, le dio leche y la dejó al pie de su auto.

Me desperté el viernes con la noticia de nuevas goteras en la recámara de José Carlos y escuchándola llorar. Salí para darle algo de sopa y conocerla.


Estaba muy asustada y me acordé de las campañas para donar alimento, para vacunar y esterilizar animales; para no ser crueles con los animales...


Recordé a mis otras mascotas, sé lo difícil que es tomarle cariño tan pronto a un animalito indefenso y luego verlo crecer para después enfrentarte a su partida... Por algo así mi mamá no ha querido volver a dejarnos tener perro.


No se había terminado la leche porque no alcanzaba el fondo de la botella, la sopa no la probaba porque estaba caliente, la bicha la vigilaba...
Me encantó de solo verla, aún cuando las palbaras de Alejandro fueron
-¿qué hace eso aquí?, ¡yo no la puedo tener!...


Llegué tarde por andar viéndola y esperar al señor que revisó las goteras...
Me regresé a mi casa el fin de semana contenta pero al mismo tiempo con la duda de si habría perrita o no...

El Domingo habría sido perfecto como la tarde y la compañía que tuve, pero fue una noche complicada porque Álvaro había decidido llevarla a la perrera. Tuve una noche pésima.


Alejandro intercedió un poco para dejarla en la casa; la oferta de que yo pagara el veterinario y las croquetas para que se quedara, la acepté; pero aún así, sospechaba que la cosas no iba a ser fácil.


Para todas mis conocidos es bien sabido que me encantan los animales y que adoro en particular a los perros; así que aunque miraba a la perrita contenta y todo, sospechaba que el gusto no me iba a durar mucho.


Reconozco que me costó trabajo creer que Alejandro nunca había tenido mascotas... La foto es de cuando cargaba a la bicha y le decía que la perrita era su "hermana" y que no se tenían que pelear...


Al día siguiente cuando les di picadillo vi cuando jugaban, nunca la arañó, ni la mordió... más bien la perrita es muy traviesa y la muerde, la sigue como a hermana mayor.


Ambas comen de las croquetas de la otra aunque unas sean de mariscos y otra de cereales.


Ha sido novedoso ver que alguien no tiene idea de que debe nombrar a un perro, acariciarlo, hacer que lo siga, dejar que lo olfatee para que lo reconozca...


Necesito un libro para gentes que nunca han tenido un perro.


Caché varias veces a Alejandro jugando con ellas, las lleva a un lote vacío que tiene mucho pasto y a otro jardincito que no conocía; pero justo al día siguiente de comprarle su camita, la correa, unas carnazas y hasta la tenaza para heces... me dice que la va a llevar a casa de su papá y que como son uña y mugre con la bicha, pues se van las dos... Lo odié (una de las varias veces por semana)


Yo sé que Alvaro al encontrarla fue su "padre", que era libre de tomar su responsabilidad de tenerla como mascota o llevarla a donde quisisera, incluso la perrera. Primera frontera.


También sé que Alejandro, luego de sorprenderme por evitar que eso pasara, ha hecho
mucho por "entender" que es tener una mascota; pero no logra superar la fase de enseñarles a ir a hacer a otro lado, no morder cosas y no llorar en las noches...

Como sea no las ha dejado sin comer ni jugar con ellas un solo día, incluso sospecho que hasta José Carlos les da cuando llega, así que las reinas andan comiendo hasta 4 veces al día...

Entiendo que aunque le pueda pagar lo que me sea posible, quien está en su casa para ver si deja o no a la perrita es él y que es también otra frontera que no puedo rebasar.


Afortunadamente creo que toda la gente a quien le ha platicado de la perrita le ha dicho "Quédate con ella, te va a cuidar..." y eso me da unas semanas de aliento.


Él es alguien a quien le cuesta trabajo pedir ayuda, además de tener tacto de elefante... por eso reconozco su esfuerzo por entender y querer a la bicha y a la perrita, de entrada por cambiarle los
primeros nombre latinos que quiso darles...



Por eso ahora son la Blanca y la Negra.


No sé cuánto me dure el gusto de verlas, de darles de comer y de tener mascotas de nuevo; aunque sean prestadas, aunque no tengan permiso de entrar a la casa; aunque se tengan que quedar todo el rato afuera...




Aunque un día llegue y no estén más, hoy las disfruto, las miro con gusto y sé que poco a poco, conquistan al chico de la nubecita gris.

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